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Cambio climático y huella de carbono

  • Foto del escritor: Mélanie Salagnat
    Mélanie Salagnat
  • 5 oct 2020
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 14 nov 2020

IDÉAL, estratégicamente sustentable

Septiembre 26, 2020.


En este periodo muy específico de crisis sanitaria y confinamiento mundial, se iniciaron reflexiones profundas en nuestra sociedad. En algunos países ya se están realizando cambios fuertes, y la pregunta es: ¿serán cambios profundos y de largo plazo?, o, ¿se regresará progresivamente a la situación anterior sin mayor aprendizaje o nueva conciencia?


Muchas voces y testimonios a nivel mundial han presentado las increíbles situaciones experimentadas a nivel ambiental, indicando el regreso de los pájaros, vida marina y, otras formas de biodiversidad en unos lugares en los cuales por la actividad humana, ya no se había podido ver en muchos años. Los ciudadanos de muchas grandes capitales pudieron también postear en las redes sociales su impresión viendo un cielo despejado y una fuerte baja en los índices de contaminación. Finalmente, todos nos adaptamos a esta nueva realidad de manera muy rápida y por un tema de salud y de protección de los más vulnerables, logramos ser muy flexibles y responsables. No sólo las autoridades de los países, sino el sector privado, tanto como los ciudadanos del mundo tomaron conciencia de la importancia del cambio climático y de esta alerta que nos invita a repensar nuestro desarrollo. En algunos países ya se están realizando cambios fuertes, y la pregunta es: ¿serán cambios profundos y de largo plazo?, o, ¿se regresará progresivamente a la situación anterior sin mayor aprendizaje o nueva conciencia?. No podremos responder a estas preguntas en este momento, así que el objetivo de este artículo es entender las implicaciones del cambio climático, la necesidad de llevar a cabo esfuerzos más ambiciosos para combatirlo y el papel de México en este contexto.


Entrevista con Adrián Fernández, Director Ejecutivo, Iniciativa Climática de México


Para hablar de datos objetivos y concretos, tenemos que tomar en cuenta que los seres humanos hemos incrementado las concentraciones de Dióxido de Carbono en muy pocos años, pasando de 280 ppm (partes por millón) en 1750 al inicio de la revolución industrial a 416.2 ppm en abril 2020. Expertos científicos reconocidos, ya demostraron una relación entre el nivel de concentración de CO2 y el aumento de las temperaturas de nuestro planeta. El 2020 estará seguramente entre los 5 más calientes años desde 1880, año en que se empezó a registrar oficialmente la temperatura del planeta, de acuerdo con el Centro Nacional de Información Ambiental de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration – US Government Scientific Agency). El problema con el bióxido de carbono y de otros compuestos que causan el calentamiento global es que, una vez que los liberamos a la atmósfera se quedan ahí durante décadas, por lo que se van acumulando con los años.


Un acuerdo internacional mayor


En 2015, la firma del Acuerdo de París permitió, por primera vez en la historia, que tanto los países desarrollados como los países en desarrollo pudieran ofrecer sus esfuerzos de mitigación de emisiones para avanzar en la solución del problema. Reconociendo con ello el principio de responsabilidades compartidas pero diferenciadas y con base a sus respectivas capacidades. Cada país pudo decidir y exponer ante toda la comunidad mundial cómo proponía contribuir, estableciendo metas de reducción de sus emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo último del Acuerdo de París es, lograr lo que la ciencia recomienda, no permitir que la temperatura promedio del planeta se incremente más de 2.0 grados centígrados y de preferencia que no pase de 1.5 grados comparado con la temperatura promedio de la época pre-industrial. Debido a que cada país escogió de forma independiente el volumen de emisiones que iban a reducir antes del 2030, hoy sabemos que la suma de los esfuerzos planteados por todos los países dentro del Acuerdo de París, no será suficiente para cumplir con el objetivo. Hoy sabemos que, aún si todos los países cumplen fielmente sus metas, nuestra trayectoria de emisiones a nivel planetario sería demasiado alta, llevándonos a escenarios de calentamiento global de más de 3 grados centígrados. Por este motivo, las Naciones Unidas han hecho un llamado urgente para que todos los países revisen sus metas de reducción y propongan ante el Acuerdo de París metas mucho más ambiciosas que las planteadas originalmente. Existe una iniciativa llamada Climate Ambition Alliance, a la que se han venido sumando un número creciente de países, ciudades y de empresas que se comprometen a buscar alcanzar una neutralidad de carbono o lo que es lo mismo, un nivel de emisiones netas de cero para el año 2050, lo que significa tener que aplicar medidas radicales de control de emisiones muy pronto y a gran escala. Lo países podrían alcanzar esta meta de dos formas: reduciendo el cien por ciento de sus emisiones o bien, reducir un porcentaje y además incorporar tecnologías y prácticas que compensen o capturen emisiones de carbono. Lo anterior, puede realizarse con programas de reforestación y conservación de bosques y selvas a gran escala o bien, capturar bióxido de carbono a través de alguna de las tecnologías de geoingeniería como lo es el secuestro de bióxido de carbono en ciertas formaciones geológicas.


La transición energética


El mundo se ha embarcado en una acelerada transición energética caracterizada por dos tendencias complementarias. En primer lugar, el crecimiento acelerado de las energías renovables, principalmente energía eólica y solar. Este crecimiento ha sido posible por las mejoras tecnológicas y sobre todo, la caída prácticamente exponencial de los costos de generación durante la última década. En segundo lugar, se vislumbra una rápida electrificación de la movilidad, empezando por la movilidad individual en vehículos eléctricos, seguida de cerca de la incorporación de autobuses y trolebuses eléctricos en un número creciente de ciudades. De acuerdo al último reporte de IRENA en estadísticas de energía renovables, la capacidad instalada en el mundo ha pasado de 1,135 GW en 2009 a 2,356 GW en 2018. Se duplicó en una década lo que había tomado 50 años en acumularse. En el mismo período de tiempo la producción de energía pasó de 3,898 GWh a 6,191 GWh.


Fuente:https://www.irena.org/-/media/Files/IRENA/Agency/Publication/2019/Jul/IRENA_Renewable_energy_statistics_2019.pdf


Además del rápido crecimiento en la participación de las energías renovables en la mayoría de los países del mundo, la otra gran tendencia que caracteriza a la transición energética mundial es la electrificación de la movilidad, tanto la individual como la de vehículos para el transporte público de pasajeros. Los vehículos eléctricos constituyen todavía un porcentaje mínimo del total de vehículos en el mundo, pero existen fuertes indicios que esta situación cambiará muy pronto.


Pero, ¿cuál es la presencia actual de los vehículos eléctricos? En los Estados Unidos circulan ya más de 1.1 millones de vehículos, pero el número viene creciendo de manera acelerada en los últimos años. Hoy en día existen ya más de 400 mil autos Leaf de Nissan, y las ventas en 2019 del modelo Tesla 3 superaron la marca de las 100,000 unidades. En países como Noruega, las ventas de vehículos eléctricos constituyen cerca del 50% del total de ventas y otros países escandinavos están siguiendo de cerca este nivel de participación de los autos eléctricos en el total de ventas al público.


Los compromisos de México


Para poder identificar las diferentes medidas de mitigación que cada país puede llevar a cabo, es necesario en primer lugar elaborar lo que se conoce como un inventario de emisiones de gases de efecto invernadero. Este inventario consiste en un recuento de todas las actividades y sectores que contribuyen con la emisión de gases y compuestos de efecto invernadero. Los inventarios se elaboran con la información de años específicos, por lo que se pueden construir series de datos anuales para dar seguimiento a la evolución del total de las emisiones de un país. Al final, todas las emisiones se convierten en un solo tipo de unidad: el bióxido de carbono equivalente. Así, por ejemplo, las emisiones de metano se multiplican por un factor de conversión dependiendo de su potencial de calentamiento global, para unificar las emisiones en una misma unidad, el bióxido de carbono equivalente. El inventario de emisiones de México para el año de 2013, señalaba que el país generaba 665 millones de toneladas de bióxido de carbono equivalente (CO2e) y de acuerdo a la proyección del escenario inercial o de business as usual (escenario sin hacer esfuerzos de mitigación, dejando que todo siga como antes), para el año 2030 México alcanzaría las 973 Mt de CO2e. Al participar en el Acuerdo de París, México decidió contribuir a reducir sus emisiones de CO2e al 2030 en un 22%, comparado con ese escenario tendencial, por lo que cumplir esta meta de 22% significaría emitir en el 2030 sólo 759 Mt de CO2e, lo que significa 214 millones de toneladas menos que el escenario inercial sin esfuerzos. México propuso de manera más específica una meta relacionada a cada sector del país.


Las soluciones


Se necesitan metas mucho más ambiciosas adoptando a gran escala tecnologías ya conocidas que cada vez son más costo-efectivas como las siguientes:

  • Desarrollar las energías renovables (solar, eólica, geotérmica, entre otras).

  • Parar totalmente la deforestación, que genera la pérdida masiva de la biodiversidad a nivel mundial.

  • Promover la movilidad sustentable, con vehículos eficientes, cero emisiones y la movilidad no motorizada.

  • Desarrollar y masificar productos electrodomésticos e iluminación eficientes.

  • Controlar los “súper contaminantes” que son por ejemplo el metano, el carbón negro y los hidrofluorocarbonos, entre otros.

  • De acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), sólo en 2016, murieron prematuramente en México más de 44 mil personas por exposición a la contaminación del aire.

  • La Ley de transición energética en México marcó el objetivo de lograr el 35% de energías limpias para 2024.


Glosario Emisiones de CO2e: Emisiones de Dióxido de Carbono equivalente. Esta unidad permite comparar y sumar las emisiones de los compuestos al atmósfera, el CO2 siendo el componente mayor.


GHG / GEI: Greenhouse Gases / Gases de Efecto Invernadero: Los gases de efecto invernadero son los gases que atrapan el calor en la atmósfera, de esta manera contribuyendo al calentamiento global.

  • El dióxido de carbono (CO2) es el principal gas emitido por las actividades humanas y se produce por la quema de combustible para energía también es un producto secundario de algunos procesos químicos, como la manufactura del cemento.

  • El metano (CH4) se emite en la producción y transporte de los combustibles fósiles, la descomposición de la basura y en los procesos agrícolas como la ganadería.

  • El óxido nitroso (N2O) es un producto de las actividades agrícolas e industriales, especialmente la producción y uso de fertilizantes, además de la quema de los combustibles fósiles.

  • Los gases fluorados, CHC, HCFC, etc. son gases potentes que se producen en varias actividades industriales y en los aerosoles; cantidades muy pequeños pueden causar mucho daño al medio ambiente, ya que estos gases son completamente sintéticos y no ocurren en la naturaleza.

Para saber más…


Los invitamos a consultar algunos sitios y páginas internet de algunas organizaciones de interés.


 
 
 

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